El que diga que antes de interpretar no le ha parecido que el corazón se le iba a salir del sitio miente, y punto. El control de la ansiedad y de los nervios es un requisito básico para que el intérprete o el intérprete wannabe tenga éxito en su trabajo.
Si lo piensan, en verdad, lo único que une la profesión del traductor y la del intérprete es el dominio de los idiomas y de la cultura de llegada y de partida. Se dice, se cuenta y se rumorea que la profesión del intérprete es la profesión del extrovertido, y la del traductor, la del introvertido. De lo que no cabe duda es de que los perfiles profesionales son completamente diferentes, y de que, por esa misma razón, su proceso de entrenamiento y educación ha de ser diferente:
Although both translators and interpreters belong to the family of language communicators, translators and interpreters are not often interchangeable. Their techniques are different and they also differ often by their temperament. It has been said that interpreters are extrovert while translators are introvert. Also, the factor of sheer physical stress has prevented many otherwise gifted translator-interpreter candidates from becoming conference interpreters. Translators and interpreters have one thing in common: a knowledge of languages, but the psycho-motor component is very different and this is why excellent translators are often unable to handle simultaneous interpretation. (Taylor-Boudalon, 2007: 46)
Cierto como el sol.
Esto señores no lo digo yo, sino que lo extraigo de un proyecto de mejora educativa que se puso en marcha en la Universitat Jaume I bajo la dirección de la profesora Marta Renau, de la que ya les he hablado y a quien admiro con locura. Les animo a leer el artículo, que es bien interesante.
Pues eso, que según se ha demostrado, Jiménez Ivars entre otros, el índice de ansiedad al que el intérprete se enfrenta es uno de los factores más importantes con que lidiar durante la formación de los futuros intérpretes.
Partimos de la base de que los factores emocionales, la ansiedad y el estrés son fundamentales en hacer que una interpretación tenga éxito. Dicho con otras palabras, del saber dominar nuestros estados emocionales dependerá nuestro éxito como intérpretes. Retomando la clasificación de subcompetencias traductoras que propone el grupo PACTE, una competencia psicofisiológica sólida y muy trabajada se hace más que necesaria en interpretación, y desafortunadamente los planes de estudio de las universidades españolas no inciden de forma suficiente en este aspecto.
Del papel que el cuerpo y la mente juegan en el proceso interpretativo, y de la interacción existente entre ambos, nace un enfoque novedoso en la formación de intérpretes. Así, Renau propone un método en el que, a través del autocontrol del cuerpo, el intérprete aprende a dominar su estado de tensión continua para, de ese modo, enfrentarse a la temida interpretación.
El método en cuestión recibe el nombre de Método Alexander, un método que ha ayudado a actores y cantantes a lidiar con el estado de ansiedad al que se enfrentan en sus trabajos y que se basa en la interacción cuerpo-mente como punto de partida en la formación de intérpretes.
De lo que se trata es que, a través de la reeducación de los hábitos corporales, el alumnado aprenda a controlar su voz y su respiración y de ese modo mejore su capacidad de atención y concentración. Con ese propósito el Método Alexander pretende que los alumnos superen la barrera psicológica que contribuye a aumentar indiscriminadamente los niveles de ansiedad entre los estudiantes de interpretación.
Como ven, si nuestro cuerpo está tenso nuestra mente tampoco va cara al aire. Así que ya saben, nada de cruzar las piernas en cabina que después todo son lamentaciones, sobre todo si es en un examen.
Bona nit.
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