domingo, 12 de diciembre de 2010

Todo el mundo odia a Peter Newmark

Hola amigas. Hoy es domingo, día del Señor y esas cosas. Y quiero de una vez por todas escribirles este post, que hace milenios que lo tengo en mente. Porque el título, intertextualidad a parte, deja ya claro de quién vamos a hablar hoy. Ni más ni menos que del profesor Newmark.

Para los que no lo conozcan -a estas alturas digo yo que nadie- Peter Newmark es un hombre venerable que vive en el sur de Inglaterra y que allá por los años 80 representó la casi totalidad de todo lo que se escribió sobre la traducción en lengua inglesa.


A mí, lo que me gusta de Newmark es que no se calla ni debajo del agua. Fíjense ustedes que yo todavía recuerdo cuando Calzada nos contaba la primera vez que había hecho una ponencia con el señor delante. Y es que, como dice ella misma a propósito de Newmark “o condona, o condena”, pero no deja a nadie indiferente.


Y eso hacía que le tuviera cariño, hasta que, claro, de repente leí una frase suya cargada de veneno hacia Seleskovitch. Porque yo, por Danica Seleskovitch MA-TO, y punto. Y que nadie me levante la voz.


Eso sí, hay que recococerle que en un mundo cargado de falsas apariencias, de te cito en mi artículo porque somos colegas pero en verdad te odio, Newmark dijo -y dice- las cosas claras. Pero claro, antes de disparar las flechas de la verdad, no le hubiera venido mal mojar las puntas en un tarro de miel.


La novedad que aporta Newmark al mundo es que maneja dos nombres para dos maneras de traducir: “comunicativa” y “semántica”, distinción que él mismo califica como su “contribución principal a la teoría general de la traducción” (1981, 62). ¿Ven a lo que me refiero? En realidad Newmark introdujo dos conceptos novedosos y decisivos en el avance de los Estudios de Traducción. Pero claro, nos pierde la boca y jugamos a las hipérboles, igual que a mí.


Hay por la web dos artículos muy buenos (éste y éste) en los que sus autores contestan a Newmark. En especial me ha encantado el de Pym, del que desde este momento me declaro fans absoluto.


Pero aun así Newmark me cae como bien, no sé. Supongo que es porque el hombre sabe de todo, y leer entrevistas suyas es de por sí una aventura. Y eso que su enfoque, tan lingüístico, tan anacrónico (desde mi punto de vista, claro) me estresa la vida, pero cuando leo frases del tipo:


I begin by reminding you that you have no right to improve an authoritative text (1988, 204)


pues me hace gracia, para qué les voy a engañar. Eso sí, con Seleskovitch no se mete nadie, vaya esto por delante.


Dice, por ejemplo, que gran parte del trabajo del traductor no debería tener nada que ver con el discurso (WHAT), sino con correspondencias mutuas. Y la prueba ¿irrefutable? es una traducción en la que hasta el 90% de los términos originales encuentran correspondencias literales.


Pero claro, una traducción al 90% no vale, y es en ese diez por ciento en el que entra en juego el factor humano donde se encuentra la clave de esas teorías de traducción que él mismo reniega con frases del tipo: "la teoría de la traducción no es ni teoría ni ciencia, sino un conjunto de conocimientos" (1981, 19). Con dos cojones.


Y poco más que decirles, a parte del hecho de que les quiero mucho y que me perdonen por no haber escrito en muchos muchos días. Y les recomiendo que lean a Newmark y le compren sus libros, que todavía hoy mucha mucha gente los usa como punto de referencia.


Hoy no se me quejarán de links, eh. Pues eso.

2 comentarios:

Raúl A.P. dijo...

Como siempre, suficientemente punzante para excitar la lectura, y suficientemente educado para que no te pierda la gente la compostura xD. Me encanta.

Ernest TC dijo...

Supongo que es una actitud que su posición de autoridad le permite. Aunque no la justifica, claro.

Parece un poco imagen del «mal o bien, pero lo importante es que hablen», no?