Amigas, si me siguen con alguna asiduidad sabrán que yo no soy muy de la informática. De hecho el año pasado mi maravillosa compañera de casa María me hacía powerpoints, no les digo más. Y por eso entenderán que cuando yo vea el siguiente video me haga cruces al grito de: magia.
Vean, vean
¿Cómo se quedan? Es más que probable que ya lo conocieran, porque yo suelo llegar tarde a estas cosas, pero aun así no me podrán negar que el aparatito tiene su vistosidad, eh.
Y en verdad cuando te explican cómo funciona no tiene tampoco ningún misterio, o bueno, sí lo tiene, pero al menos lo tiene con explicación. Funciona a través de un OCR normalillo que se activa al usar la cámara del teléfono: se identifican letras y palabras, de ahí, al diccionario de equivalencias lingüísticas y ponemos la traducción en el entorno original. Es un poco como Google Googles pero con dis diferiencias: no necesita conexión a Internet para funcionar y la traducción se presenta directamente sobre el mundo real a través de la cámara; de ahí el efecto mágico.
Word Lens se creó ahora hace un año y doce días, y desde entonces ha tenido ya dos actualizaciones, una en la que se amplió su alcance a iPad también (en un principio sólo existía para iPod Touch y iPhone) y una segunda en la que se amplió la combinación de lenguas al francés (el primer par de lenguas fue inglés-español)
Sus creadores, por si les interesa, son Otavio Good, un señor que hacía videojuegos y que fundó Quest Visual, a la que pertenece la aplicación en cuestión; y John De Weese, programador y hacedor de videojuegos también.
Eso sí, no es gratis. Gratismente puedes hacer desaparecer las palabras de los carteles, o cambiar el orden de las letras. Si quieres traducir, hay que comprar los diccionarios. Que no son muy caros, pero vamos, yo se lo cuento y ustedes deciden ya.
De todos modos, por mucha magia que nuestros teléfonos tengan, nosotros seguiremos existiendo, porque Word Lens es una herramienta ad hoc, que nos puede sacar de algún lío ocasional, que nos hará entender carteles y cositas puntuales, pero el traductor, al menos por ahora, seguirá ahí. Que nos tengamos que especializar, es cierto. Nadie duda ya que el traductor de la máquina de escribir, el pitillo y el diccionario ha muerto. Pero nos reinventamos, y palante.
Así que volviendo a la pregunta de mi post: Word Lens, ¿el final de los traductores? No.