viernes, 17 de septiembre de 2010

Danika Seleskovitch, luces y sombras de la reina de la IC (parte 2)


Este es el segundo post que dedicamos a la vida y milagros de Danika Seleskovitch, la intérprete. El otro día ya les conté todos sus logros académicos y profesionales, y ya les advertí que no es oro todo lo que reluce y que, citando a Dumbledore, la oscuridad se encuentra hasta en los rincones más soleados de nuestros corazones. Muchas veces detrás de las victorias más grandes, detrás del mérito, del reconocimiento y de las palmaditas en la espalda, se esconde la terrible soledad del triunfador.

Lo cierto es que Seleskovitch nunca fue una mujer plenamente feliz. Y esto no es algo que les diga yo mismo, no se crean, sino que lo extraigo de su bio. Fíjense que su madre se suicidó cuando Seleskovitch era bien pequeña y ya nunca más se le oyó decir una palabra sobre ella. Su padre, por su parte, la abandonó, y la niña tuvo que irse a vivir con su abuela. Y esto no acaba aquí, sino que además, en 1931, el padre se casó con otra mujer y arrancó a la pobre Seleskovitch de los brazos de la abuela, a quien volvería a ver en contadas ocasiones durante el resto de su vida. Y así pasó la infancia Seleskovitch: con un padre que la ignoraba y una madrastra que se dedicó a hacerle la vida imposible. Ya en la edad adulta, discutió con su hermano, que vivía en París con su abuela, y Seleskovitch dejó de hablarse con cualquiera de los miembros de su familia.

Soledad.

Esto me hace pensar que quizás fue la pena y la soledad la que llevó a Seleskovitch a dedicarse en cuerpo y alma a su profesión, que se convirtió en su refugio, en el lugar donde “la pobre Danika” no existía; porque estaba dentro de una cabina, sin pensar, pensando a través del orador; y sin hablar, hablando por la boca del orador. Triunfar no habría supuesto un logro para ella, sino la consecuencia lógica de quien vive únicamente para su profesión.

Al no tener un vínculo con su familia, Seleskovitch se aferró a sus raíces yugoslavas, que se convirtieron en su seña de identidad. Así, Seleskovitch nunca fue nada objetiva con Serbia y de ahí surgen todas las voces que censuran a esta profesional.

De conflicto con Yugoslavia decía, encendida, que mientras Croacia y Bosnia salían de rositas, su Serbia natal tenía que cargar con toda la culpa de lo sucedido. Y si no miren lo que ella misma escribió:

“On commence à voir combien est terrible la vengeance exercée par les allemands de Kohl et Genscher sur les vainqueur de 1945. En imposant le demembrement de la Yugoslavie, ils ont reussi la ou hitler avait échoue”

Como verán, Seleskovitch no ganó muchos amigos comparando a Kohl y a Genscher con el mismo Hitler... Y no sólo quedó la cosa así, sino que, a propósito del Genocidio de Srebrenica, en el que más 8000 personas murieron asesinadas a manos del general Ratko Mladic en una zona zona calificada de “segura” por Naciones Unidas en plena Guerra de Bosnia, Seleskovitch, cegada, no sólo negaría el genocidio en sí sino que se referiría a él en los siguientes términos:

“Au mois de juillet 1995, General Mladic libère Srebrenica. Mladic fait venir un grand nombre d'autocars , les Musulmans y sont entassés et emmenés jusqu'a la nouvelle frontière entre la Féderation croato-musulman et la République Serbe.”

Y arremetió de forma devastadora durante el resto de su vida contra los americanos diciendo que, mientras presenciaban impasibles como Serbia se destruía, financiaban a los musulmanes con armas y dineros y comida, de ahí que el general Mladic liberara la región.

Y mi pregunta: ¿Esta alienación brutal de una mujer de mundo, traductriz e interpretadora, investigadora los más días, mujer, teórica y conocedora no tendrá algo que ver con esa ausencia de vínculos familiares? ¿Se convirtió Serbia en lo único que le ataba con su infancia? ¿Qué llevó a Seleskovitvh a realizar este tipo de declaraciones?

Señores, me ha dado pena escribir este post, no se lo voy a negar, y es que cada día los seres humanos no dejan de maravillarme, para bien o para mal.

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