Desde el cinco de enero de este año voy al cine todos los miércoles a ver una peli en versión original. A tres de abril he pasado por tres fases: la fase de voy-al-cine-para-practicar-mi-inglés, la fase de estoy-cómodo-cuando-quedo-contigo y la fase nunca-pasará-nada, en la que me encuentro en este momento. Pero bueno, eso no les interesa, así que pasaré a la acción.
Este miércoles fui a ver The Ghost Writer, una pasada de película, como se lo digo. Vayan a verla que no se arrepentirán. Palabrita del niño jesús.
La cosa es que a lo largo de la película el nombre de la misma da más problemas que otra cosa. Empecemos por el título: The Ghost Writer; en español: The Writer (epatado me hallo). La estrategia de traducción está clara:
-¡Oh Dios mío! ¡Mi público español no entiende The Ghost Writer!
-¿Cómo se dice eso en español? Mmmmm El Negro...
-¡Oh Dios mío eso es inaceptable, dejémoslo pues en inglés!
-¡Pero no se entiende!
-Pues pongamos The Writer, total, así queda superinternacional...
Como estrategia no es ni buena ni mala, miremos el ejemplo de The Carphone Warehouse y su equivalente español: The Phone House.
La cosa es que durante toda la película se hace referencia a la figura del ghost writer y, claro, la figura del negro, como el de Ana Rosa, tiene que salir por algún lado. Especialmente difícil es la doble referencia del siguiente diálogo:
-I'm just his ghost writer, you know, a ghost, a spirit., I'm everything but important in here.
-Well, being a spirit will make everything easier for you. At least you won't have to deal with all this.
-Speaking about spirits. (y le muestra su vaso vacío)
¿Qué tal?
Nos surgen dos problemas aquí. El primero es la traducción de un referente cultural que a su vez está basado en una metáfora sin equivalente directo y del que se construye un juego de palabras (ghost writer-spirit-spirit). Ahí queda eso. Y el segundo es el tipo de traducción al que nos enfrentamos y cómo el género textual, en este caso una película para subtitular, nos marca la pauta para traducir.
Mi primer intento es:
-Al fin y al cabo soy sólo su negro, mi opinión no se tiene en cuenta aquí.
-Pues sí, ser el negro es mucho más fácil. Por lo menos no tienes que involucrarte.
-Los negros también bebemos... (y le muestra su vaso vacío)
Como verán, mi intento, antes de mirar nada más, es inteligente. Y digo inteligente ya que buscar ese doble juego de palabras ha de ser la muerte, así que “plancho” uno de los dos y a la marcha. Traductores mejor dorados que yo seguro encuentran un doble equivalente. Yo nunca fui muy creativo para estas cosas.
De todos modos mi traducción tiene que descartarse porque el equivalente español de ghost writer, negro, es peyorativo y puede ofender a los negros del mundo. Así que fuera. Además, las convenciones de género acotan el número de caracteres máximo que un subtítulo acepta a 35,5 caracteres, así que habría que condensar la información por todos los lados. Cosas de la vida.
El código visual es también un problema y gordo, porque nos obliga a mencionar el alcohol subordinando así el código lingüístico al código visual. Una vez más, cosas de la vida.
Si les soy sincero no recuerdo la traducción propuesta. Recuerdo que el traductor ha intentado la ambición de mezclar ambos juegos de palabras y que la solución final no me gustó del todo. No sé.
En refinitiva, que vayan a ver la peli y ya me cuentan, que se la recomiendo, oigan.