miércoles, 15 de diciembre de 2010

Premios Berlanga



Ais señores, que estamos de enhorabuena. Y no se crean, que hace milenios que tengo esto esperando, subrepticio, para ponérselo por aquí, pero es que hasta este momento no he encontrado un minuto libre para comentarles la jugada.

Resulta que el el día 2 de este mes el audiovisual valenciano celebró la tercera edición de los Premios Berlanga. Además este año era el primero en el que el buenhombre que daba nombre a los premios faltaba, con lo cual la tele valenciana, que es muy de la pompa y de la circunstancia, pues allí estaba entera, dándolo todo, con Carolina Ferre (a la que siempre recordaremos como cara de Druni) de presentadora .


Y fíjense ustedes por dónde que el premio en la categoría “doblaje y sonorización” no fue a caer a otras manos que a las de el doctor Frederic Chaume, una de las cabezas de mi querida uji. Dicen las lenguas --buenas y malas, que de todo hay en la viña del Señor-- que el merecido premio se le ha dado “por ser Chaume uno de los primeros traductores de doblaje y subtitulación al valenciano y por su apoyo al sector audiovisual valenciano, así como por haber ayudado a implantar la titulación de traductores e intérpretes en la Universitat Jaume I y haber formado ya a 12 generaciones de traducciones audiovisuales desde 1994”. Pues ya se lo podía haber dado antes, digo yo.

Y miren que no me voy a poner a abrir botellas de champán porque guardo la espinita de que Chaume no me diera clase. En verdad sí lo hizo, pero sólo del módulo teórico de la asignatura de doblaje. Una pena, oigan.


Eso sí, yo recuerdo que salía de esas clases con la moral por las nubes y con ganas de dedicarme en cuerpo y alma al audiovisual. Me encantaba, me atrapaba sólo escuchádole hablar. Porque se nota que Chaume vive su profesión, o bueno, sus tres profesiones: la de docente, la de traductor, y la de investigador.


Poco más puedo decirles, además de que me alegro un montón por Chaume. Pueden leer la noticia aquí, y si les apetece, pues les dejo también con una entrevista que dio a The Journal of Specialised Translation, que es en video y mola verle ahí, au naturel. Y sí, para los cotillas, tomad datos.


La més sincera enhorabona a Chaume pel premi, que és més que merescut i també per inspirar els alumnes dia a dia a classe, que no es gens fàcil!

Conjugate your verbs

Competencias.

Últimamente tengo muchas ganas de entrar en el mundo de la doctora Hurtado y hablarles de competencias y del modelo -casi- perfecto del grupo PACTE (2002). Sin embargo hoy, y quizá eso sea por mi trabajo de profesor de español para extranjeros, quiero centrarme en la competencia lingüística, así, porque yo lo valgo.

Verán, en los currículums de TeI siempre aparece una una formación lingüística básica sin la cual, como todos comprenderán, es imposible que ningún tipo de competencia traductora pueda desarrollarse. Atrás han quedado los tiempos en que una competencia bilingüe aseguraba el trabajo de traductor, señores, porque va y resulta que el dominio del idioma es la base, no la meta.

Pero bien. Igual de antiguas que Sara Montiel y que esa noción de competencia traductora son esas clases de idiomas que consistían en, diccionario bajo el brazo, traducir textos de un idioma a otro como si no hubiera mañana. Las cosas cambian, y si no miren el desglose de lo que el grupo PACTE considera competencia lingüística. Para Hurtado et al la competencia lingüística estaría formada por, a saber,


conocimiento pragmático (convenciones pragmáticas en un contexto dado, con la finalidad de expresar y entender actos de habla)

conocimiento sociolingüístico (convenciones sociolingüísticas en un contexto dado, que incluirían conocimiento de registros y dialectos)

conocimiento textual (conocimiento de las convenciones correspondientes a los diferentes géneros textuales y a la producción de textos)

conocimiento gramatical y léxico (conocimientos de morfología, sintaxis, fonología, grafología y vocabulario)


El desarrollo de la competencia lingüística está ligado, nos guste más o menos, al desarrollo de la una competencia extralingüística en cuanto a conocimientos culturales, enciclopédicos y, en refinitiva, socioeconómicos de la cultura de la cual se aprende la lengua. Es imposible aprender inglés de forma abstracta, porque como hemos dicho ya mil y una veces lengua y cultura se imbrican hasta decir basta. Dicho esto, diré que tampoco creo a muerte en estos neo-profetas que confunden lo propio y lo ajeno y sostienen, con dos cojones, que los Estudios de Traducción se reducen a Estudios Interculturales. Miren que no quiero retirarles la palabra.

Pero en fin, que en clase de inglés -lengua- en la carrera ya nos iban apuntalando nociones útiles para posteriores años, detectar trampas en el textos, referencias, intertextualidades, y llevarnos de la manita para que la gramática y léxico inglés no acabara con nuestras vidas.

Y la cosa es que ahora, así, en la distancia, veo una metodología completamente diferente en España y aquí en Reino Unido. Para bien o para mal, y no me refiero ya a nivel universitario y mucho menos a TeI, España sigue anclada en la gramática. Mis niños hacían unos listenings que daban pena, porque no entendían ni papa; sus writings, para cortarse las venas; eso sí, una gramática impoluta. Y aquí en Reino Unido me desespero a veces porque mis niños no se saben los pronombres, o porque la palabra adjetivo les es completamente ajena. Pero luego veo que hablo, y que me entienden -más o menos, no nos engañemos-. Y que los exámenes de español de listening en nivel GCSE son muy muy complicados, vamos, que ni en segundo de bachillerato en España, y todos con examen oral.

No sé, veo deficiencias en la enseñanza del español en Reino Unido, pero también las veo en España. De hecho mi concepción ha cambiado mucho mucho mucho desde que estoy aquí. No son más listos mis niños en España, simplemente dominan diferente. Y aquí tengo alumnos que son unos cracks.

Les dejo con un vídeo guay que hemos visto hoy en clase. Amigos, amigas, gente del buen comer, si una cosa es cierta es que la conjugación de español es difícil.


Y decimos adiós, y pedimos a Dios



Hoy les escribo de luto, como lo oyen, por la muerte de Valentín García Yebra. Y es que por mucho que la muerte sea anunciada, y a los 93 años pues ustedes comprenderán que algo así tenía que pasar tarde o temprano, no es por eso menos dolorosa.

Por alguna razón que desconozco tengo una gran simpatía hacia García Yebra. De hecho creo que el primer libro sobre algo relacionado con la traducción que yo cogiera en la universidad estaba escrito por él. Además, mi profesora de español por aquel entonces, y de lingüística aplicada también, siempre lo tenía en boca.


Y además, no nos engañemos; alguien que se llama –o se llamaba- Valentín tiene que ser por fuerza alguien afable, digo yo. Porque el nombre Valentín es de origen latino, y significa “el que tiene gran fortaleza”. Y si además hacemos caso de las características que se le asocian al nombre nos encontramos con que García Yebra era una persona honesta y de buenos modales. Alguien que se interesaba por todo, observador e intuitivo. Una vez más, yo no lo conocía, pero me parece que la descripción podría haberle venido genial.


Y con este post yo quería rendirle homenaje de alguna forma, así que me puse ayer mismo a leer sobre su obra y milagros.


Y me enteré, porque no lo sabía, que el señor era la ene de la RAE desde 1984. Ser padre de la ene es complicado, y si no ya me contaran: ene tiene necesito (y más aun si hay un “te” delante), la ene del norte –ese que a veces se pierde-, pero también del necroturismo. Tienen ene los nerds, y los nazis, y nosotros. El poder que encierra el no tiene ene, y ene tiene mi némesis. También las ninfas, o la nebulosa, o la nintendo con que jugaba. Ene de naufragio (todo en ti fue naufragio), de narcotraficante, y de nula, porque si una cosa es cierta, es que la que es nula es nula.


Y García Yebra dedicó su discurso de entrada en la RAE a la traducción, a la "Traducción y enriquecimiento de la lengua del traductor", para ser exactos. Es un discurso largo, ya lo leerán, en el que se habla de la eternal dicotomía de la fidelidad, de la historia de la traducción y de procedimientos lingüísticos que usamos en traducción, como el calco, o el neologismo, o el préstamo.


Porque García Yebra se declara un neologista nato, y vive Dios que yo también, como ustedes ya saben. Y vaya por delante que el ser neologista es complicado, porque, en sus propias palabras, y por desgracia: No está al alcance de cualquiera adaptar a una lengua, fónica y morfológicamente, palabras de otra.


García Yebra se licencia en Filosofía y Letras en la Universidad de Madrid y desde ese mismo momento empieza a relacionarse con el mundo de la traducción. No en vano su tesis ya recibe el nombre de “Las traducciones latinas de la metafísica de Aristóteles”. Ahí queda eso.


Y de ahí, obtener el Premio Nacional de Traducción en 1998 no había más que un paso, porque memorable fue, entre otras, sus ediciones trilingües (griego, latín y español) de la Poética y la Metafísica de Aristóteles.


En cuanto a traducción, pues bueno, de todo hay en la viña del Señor, y García Yebra tuvo unas cuantas publicaciones, entre las que se encuentran, entre otras, En torno a la traducción. Teoría. Crítica. Historia (1983), Teoría y práctica de la traducción (1984) o En torno a la traducción (1989).


Su artículo “Desajustes gramaticales” le valió el Premio Nacional de Periodismo Miguel Delibes de la Asociación de la Prensa de Valladolid. Un artículo genial, si me lo permiten.


Y como tampoco quiero hacerlo demasiado largo, voy a dejarles con una reflexión acera de la didáctica de TeI del mismo García Yebra en el discurso que les mencionaba arriba. Y con esto me despido de ustedes por hoy:


(…) Mas, para poder exigir, habría que dar previamente. Habría que dar a nuestros traductores una formación sólida, una formación adecuada a lo que desearíamos exigirles. La piedra angular de esta formación tendría que ser un conocimiento magistral de nuestra lengua.

Desde hace una docena de años se han ido creando en España escuelas universitarias de traductores. Conozco el buen funcionamiento de alguna de ellas. Pero dudo que sus planes de estudio puedan dar a bachilleres bisoños el necesario conocimiento teórico y la destreza en el manejo del castellano que ni siquiera suele adquirirse durante los cinco años de una licenciatura.

Seamos, a pesar de todo, optimistas. Esperemos que nuestras autoridades docentes, antes de otros diez años, comprendan la importancia de la traducción para nuestra cultura y para nuestra lengua. Esperemos que se decidan a prestar el necesario apoyo a los Centros encargados de formar traductores. (...)

domingo, 12 de diciembre de 2010

Todo el mundo odia a Peter Newmark

Hola amigas. Hoy es domingo, día del Señor y esas cosas. Y quiero de una vez por todas escribirles este post, que hace milenios que lo tengo en mente. Porque el título, intertextualidad a parte, deja ya claro de quién vamos a hablar hoy. Ni más ni menos que del profesor Newmark.

Para los que no lo conozcan -a estas alturas digo yo que nadie- Peter Newmark es un hombre venerable que vive en el sur de Inglaterra y que allá por los años 80 representó la casi totalidad de todo lo que se escribió sobre la traducción en lengua inglesa.


A mí, lo que me gusta de Newmark es que no se calla ni debajo del agua. Fíjense ustedes que yo todavía recuerdo cuando Calzada nos contaba la primera vez que había hecho una ponencia con el señor delante. Y es que, como dice ella misma a propósito de Newmark “o condona, o condena”, pero no deja a nadie indiferente.


Y eso hacía que le tuviera cariño, hasta que, claro, de repente leí una frase suya cargada de veneno hacia Seleskovitch. Porque yo, por Danica Seleskovitch MA-TO, y punto. Y que nadie me levante la voz.


Eso sí, hay que recococerle que en un mundo cargado de falsas apariencias, de te cito en mi artículo porque somos colegas pero en verdad te odio, Newmark dijo -y dice- las cosas claras. Pero claro, antes de disparar las flechas de la verdad, no le hubiera venido mal mojar las puntas en un tarro de miel.


La novedad que aporta Newmark al mundo es que maneja dos nombres para dos maneras de traducir: “comunicativa” y “semántica”, distinción que él mismo califica como su “contribución principal a la teoría general de la traducción” (1981, 62). ¿Ven a lo que me refiero? En realidad Newmark introdujo dos conceptos novedosos y decisivos en el avance de los Estudios de Traducción. Pero claro, nos pierde la boca y jugamos a las hipérboles, igual que a mí.


Hay por la web dos artículos muy buenos (éste y éste) en los que sus autores contestan a Newmark. En especial me ha encantado el de Pym, del que desde este momento me declaro fans absoluto.


Pero aun así Newmark me cae como bien, no sé. Supongo que es porque el hombre sabe de todo, y leer entrevistas suyas es de por sí una aventura. Y eso que su enfoque, tan lingüístico, tan anacrónico (desde mi punto de vista, claro) me estresa la vida, pero cuando leo frases del tipo:


I begin by reminding you that you have no right to improve an authoritative text (1988, 204)


pues me hace gracia, para qué les voy a engañar. Eso sí, con Seleskovitch no se mete nadie, vaya esto por delante.


Dice, por ejemplo, que gran parte del trabajo del traductor no debería tener nada que ver con el discurso (WHAT), sino con correspondencias mutuas. Y la prueba ¿irrefutable? es una traducción en la que hasta el 90% de los términos originales encuentran correspondencias literales.


Pero claro, una traducción al 90% no vale, y es en ese diez por ciento en el que entra en juego el factor humano donde se encuentra la clave de esas teorías de traducción que él mismo reniega con frases del tipo: "la teoría de la traducción no es ni teoría ni ciencia, sino un conjunto de conocimientos" (1981, 19). Con dos cojones.


Y poco más que decirles, a parte del hecho de que les quiero mucho y que me perdonen por no haber escrito en muchos muchos días. Y les recomiendo que lean a Newmark y le compren sus libros, que todavía hoy mucha mucha gente los usa como punto de referencia.


Hoy no se me quejarán de links, eh. Pues eso.