viernes, 2 de abril de 2010

Ortotipografía de la traducción francés-español: ese mundo


Este año tengo el placer de tener como maestra a la doctora Marta Renau. Marta es traductora especialista en música antigua (que no clásica, no me lo vayan a confundir) e intérprete de ésas que dejan huella.

A Marta le debo frases magníficas del tipo: “Si el autor dice puta, tú pones puta, y punto”. Pues eso.

Estaba pensando yo esta mañana qué tramposa es la traducción francés-español. Al tratarse de sistemas lingüísticos tan parecidos, el riesgo de calco (léxico, fraseológico, ortotipográfico o incluso genológico) es muchísimo mayor que entre lenguas dispares como, digamos, el indi y el catalán.

Grosso modo, sentado en la terraza de mi chalet (que yo también me merezco unas vacaciones, oigan) pienso en todos estos detalles que a veces los traductores menos minuciosos nos saltamos a la hora de traducir, y me encuentro con todo esto:

-El francés deja un espacio entre la oración y el signo de exclamación o interrogación, o los dos puntos.

-En las citas, el francés acepta dentro de las comillas incisos del tipo “comentó con aire desenfadado”.

-En las enumeraciones, va y no ponen una “y” al llegar al último elemento.

-Integran el nombre de las publicaciones en su gramática y su sintaxis habitual, como: On pourrait penser aux déclarations publiées au Canard Encachaîné, donde hacen la contracción au pese a que el nombre de la publicación es Le Canard Enchaîné. Vamos, es como si nosotros dijéramos: Me fui al Corte Inglés y me compré un bolso. Qué cosas.

-Las convenciones respecto a los nombres de las organizaciones cambian, y mientras nosotros decimos Unión Europea, ellos optan por Union européenne, con minúscula.

Si os soy sincero ahora mismo no encuentro nada más en mi acervo personal que ilustre lo que estoy intentando decir, pero supongo que con esto se hacen una idea. Además, acaban de llegar mis tíos al chalet, que vienen a pasar el día.

Si se les ocurre algo más, ya saben, coméntenme y actualizo el post. En verdad esto tampoco pretende ser un tratado sobre convenciones entre las dos lenguas. Es más que nada una llamada de atención para mí antes que nadie, que muchas veces se me olvida lo que les explico; y después para los que me comentan que, claro, que yo lo tengo más fácil cuando traduzco del francés, que, al fin y al cabo, con mis conocimientos de español y de catalán puedo permitirme una traducción palabra por palabra, a lo San Agustín. Pues miren ustedes, no.

Marta Renau me encanta como profesora, pero cierto es que a mí me va la marcha y me va que me fustiguen cuando traduzco. Pero si veo mis traducciones y las comparo con las que hacía en septiembre me doy cuenta de lo que he mejorado en escasos meses.

Marta es guay. Voilà.

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