Hoy me he levantado con un mail de mi profesora de Interpretación de Enlace. Para serles sincero les diré que María Jesús Blasco no es muy de enviar mensajes, así que le he dado directamente al link a ver qué era. Y me he encontrado con el artículo que les presento a continuación.
Ustedes saben que en las comunidades bilingües toda la documentación tiene que estar traducida a las dos lenguas. Hasta aquí todos contentos. Y ustedes supondrán, si no saben ya, que los organismos públicos tienen que tener un departamento de traducción (habitualmente de normalización lingüistica) que se encargue de gestionar toda la documentación bilingüe.
Bien pues miren ustedes el cartel que les pongo por aquí. Arriba, en inglés. Abajo, en galés. La cosa es que la traducción galesa reza: “No estoy en el oficina en este momento. Envíen todo el trabajo por traducir”.
¿Cómo se quedan? Pues eso. Como se lo cuento. Pues que en el condado de Swansea no debe de haber nadie ya que hable su lengua autóctona, porque si no no me explico cómo nadie en todo el proceso se ha dado cuenta del pequeño problema. ¿Ni la persona que recibió el mail? ¿Ni el de la empresa de rotulación? ¿Ni el que transportó la señal? ¿Ni el que la puso? ¿Nadie? ¿En serio?
Y luego vienen y me cuentan que si es que un Manifiesto por una lengua común es necesario, en España y en cualquier otro lado. Porque, claro, desde hace algunos años hay crecientes razones para preocuparse en nuestro país por la situación institucional de la lengua castellana, la única lengua juntamente oficial y común de todos los ciudadanos españoles ¿no?
Venga, va, por el amor de Dios que sea todo. Déjense ya de tonterías. España es un país plurilingüe. La mayoría de españoles tiene el castellano como lengua materna o lo ha elegido como vehículo de expresión, comprensión y comunicación, pero existen también otros españoles que tienen o han elegido otra lengua. Ésta es la realidad que la Constitución de 1978, los estatutos de autonomía y las leyes de normalización lingüística han pretendido acomodar en los últimos 30 años. Y va y resulta, que en su empeño por encumbrar aquello que llaman “lengua común”, los firmantes del Manifiesto dan marcha atrás a todo el camino recorrido desde hace treinta años. Y ahí queda eso.
Vale que el tema está cascado a más no poder y se ha repetido hasta la saciedad, pero ¿qué les voy a decir, si cuando veo lo de este cartel en Gales no sé si ponerme a reír o a llorar? ¿Cómo es posible que un pueblo haya olvidado su lengua hasta tal punto que no puede reconocer tamaño error?
Así que eso, me despido, dedicando el post en cuestión a los firmantes del Manifiesto.
Un beso para todos, para Mario Vargas Llosa, José Antonio Marina, Aurelio Arteta, Félix de Azúa, Albert Boadella, Carlos Castilla del Pino, Luis Alberto de Cuenca, Arcadi Espada, Alberto González Troyano, Antonio Lastra, Carmen Iglesias, Carlos Martínez Gorriarán, José Luis Pardo, Alvaro Pombo, Ramón Rodríguez, José Mª Ruiz Soroa, Fernando Savater y Fernando Sosa Wagner, y un beso para ustedes.
Les dejo con el link del artículo en cuestión, por si les apetece.
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