Hace mil que no escribo, cosa que les dará francamente igual porque básicamente no hay nadie que lea lo que a mí se me pasa por la mente en traducción. Así que no voy a perder el tiempo en lamentarme y en pedir disculpas y me centraré en lo que les vengo a contar.
Hoy vengo a hablarles de El Principito, como lo oyen. Y no me lo agradezcan a mí, agradézcanselo a mi mejor amiga, creo, que es la que me ha pasado el link con artículo.
Al grano. Va y resulta que Saint Exupéry parece que tuvo un pequeño error cuando escribió el cuento en cuestión. Si lo recuerdan, el Principito viaja al Planeta número 4 para encontrase con un hombre de negocios que hace sumas de forma compulsiva. La relación de sumas a las que, como lectores, tenemos acceso es: 3+2 = 5, 5+7 = 12, 12+3 = 15, 15+7 = 22, 22+6 = 28, 26+5 = 31. Como verán, cada suma comienza con el resultado de la anterior; y, como seguirán viendo, la regla se viola en la última suma. ¿interesante, eh?
Pues se conoce que el traductor, hábil y perspicaz, solucionó el pequeño problema, y de ahí que en la traducción española la última suma se reduce a 28 + 3 = 31.
Como vemos, se trata de un caso más de intervención del traductor, con premeditación y alevosía. Y sin embargo la anécdota esconde un dilema enorme que azota la profesión desde hace milenios. ¿Qué es la fidelidad en traducción?
La pregunta aquí sería, ¿ha obrado bien el traductor al modificar el texto origen o debería haberlo dejado como estaba? Y a esto, señores, no tengo respuesta, porque a cada cual que le pregunto me sale con una nueva. Si atendemos a la lógica de la estructura narrativa, vemos que el personaje es un hombre cuya vida se basa en hacer sumas, es un hombre de negocios, es un contable. Y, díganme, ¿cómo va a equivocarse alguien que hace sumas durante las 24 horas del día? ¿Hola? ¿Es entonces un error del autor?, me dirán. Pues a todas luces parece que sí, ¿no? ¿o no? Pues no lo sé. Porque al releerme el capítulo entero resulta que el hombre de negocios confiesa que en toda su vida sólo le han molestado tres veces, y el Principito es la tercera. ¿Y si deliberadamente el autor marca eso mismo a través de un error en la secuencia lógica de las sumas? ¿Hay alguna intencionalidad ahí? Nunca lo sabremos.
Si les doy mi opinión, yo hubiera hecho igual, hubiera optado por la traducción (mi editor mediante) pero vamos, que de todo hay en la viña del Señor.
Esta anécdota, y otras más, está incluida en el artículo Las matemáticas de la literatura de Marta Macho Stadler. Lo encontrarán en Un paseo por la Geometría, DivulgaMAT 2006-2007.
Que disfruten las Pascuas.
1 comentario:
Hola. Me alegra que me menciones :)
En cuanto a la suma, yo me habría limitado a dejar el error original e incluir una pequeña N. del (¿de la?) T. al pie explicando la situación., pero bueno, como tú has dicho, de todo hay en la viña del señor.
Un saludo a mis profesores, que sé que leen esto.
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