La realidad es que por mucho que abominemos de la TA, la TA existe, es una realidad. Y es bien cierto que entre pares de lenguas muy afines y sobre todo en campos de especialidad, pueden ayudar a los traductores sobremanera. Y si no miren lo que hacen en el Periódico de Catalunya.
Incluso en la didáctica de lenguas, la TA se utiliza constantemente. Parsons (1995) desgrana los diferentes usos que los traductores automáticos pueden tener en el aprendizaje de lenguas:
Informantes: permiten a los alumnos inspeccionar las capacidades léxicas de la máquina en un entorno dinámico;
Estimulantes: sus errores pueden dar lugar a discusiones en cuanto a los contrastes lingüísticos entre lenguas;
Herramienta de investigación: para explorar ejemplos de buenas y malas traducciones y buscar fuentes alternativas de documentación.
Los inconvenientes ya nos los sabemos todos de memoria: que si la banalización del proceso traductor, que si la noción de la co-textualidad y su influencia en la traducción, que si el género, que todo lo marca, el sentido, etc. Pero todo eso en este blog ya lo hemos superado, digo yo. Así que ahora podemos sentarnos y reírnos un rato con los resultados de ciertas traducciones automáticas.
Y eso que hay autores que señalan muchas muchas ventajas, no se crean. McElhaney y Vasconcellos (1988), por ejemplo, además de la rapidez de estos sistemas, su fácil manejo o su coste (cero), destacan la consistencia en el tratamiento de unidades léxicas y terminológicas y el hecho de que en la traducción automática se evitan los errores de omisión de contenidos. Vale, pues bien, para vosotros la perra gorda.
Pero como para muestra un botón, y como estoy cansado de los posts largos, les dejo con este vídeo que resume perfectamente mi posición frente a la TA. El vídeo es un pelín mature ya, perdónenmelo, pero es que hasta este momento no he encontrado tiempo para subirlo.
Hasta pronto.
1 comentario:
El video final es para partirse de risa, por dios jajajaja!
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