Carmina murió en julio, y yo todavía recuerdo qué estaba haciendo en ese momento: estaba en casa de mi tía leyendo el último libro de Harry Potter. Recuerdo el shock de Carmina, divina de la muerte, abandonando el mundo de excesos en que vivía, dejando atrás al Chuli, al Pai y al Cabra, a lavarse los pies con Coca-Cola y a las largas vacaciones en Marrakesh.
Lo mismo ha pasado con el profesor Newmark, que falleció el día 12 de este mes, discúlpenme si no les he escrito antes.
Yo ya escribí sobre Newmark hace tiempos, y ya entonces les comentaba que Newmark no dejaba indiferente a nadie.
Porque nos gustara más, o nos gustara menos, Newmark fue, en el mundo anglohablante, una de las figuras principales en los Estudios de Traducción, con publicaciones míticas como A Textbook of Translation (1988), Paragraphs on Translation (1989) o About Translation (1991).
Lo que más me gustaba de Newmark era que disfrutaba debatiendo puntos de vista diferentes. El señor tenía unas ideas bastante conservadoras en cuanto a nuestra disciplina, pero aun así le encantaba discutir y debatirlo todo. Y eso es bien.
De hecho puede que incluso en sus afirmaciones se mostrara más tajante de lo académicamente aceptable por eso mismo, para incitar el debate.
Peter Newmark ha muerto en Guilford, con los suyos. El 17 de octubre se ofrecerá una misa pública en su honor.
Descanse en paz.
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